sábado

Lecturas para la reflexión

El amor no espera
El viejo estaba enfermo y cansado. De sus cuatro hijos, no recibía ni la menor atención y para completar finalmente su tragedia, la pobreza en que vivía era extrema. A duras penas lograba sobrevivir; en su pequeñísima granja deambulaban unas cuantas gallinas que existían casi de milagro y no dejaban al menos de poner un par de huevos diariamente. El resto de la dieta eran unas cuantas frutas silvestres que cada día le costaba un penoso esfuerzo más al pobre hombre recolectar y para refrescar su seca garganta, al menos el riachuelo le entregaba su cristalina agua.
Buscando entre sus escasas posesiones encontró dos monedas y se le ocurrió una genial idea. En el pueblo, las intercambió con un mercader de artículos antiguos quien le dio un viejo baúl. Como pudo, lo trasladó a casa y lo dejó a la vista en el centro de su humilde choza.
Por casualidad uno de sus hijos lo visitó e intrigado le preguntó:
¿Qué guardas ahí?
Un secreto -le contestó- que solamente conocerán tú y tus hermanos el día que muera, pues ahí está toda mi herencia.
Al día siguiente lo enterró debajo de su lecho. Cuál fue su sorpresa que a partir de entonces, un hijo al menos lo visitaba durante el día.
Le llevaban leche y miel y entre los cuatro le mantenían su choza bastante limpia.
Un día de invierno el viejo amaneció muerto; de inmediato los hijos se dieron cita, no tanto para velarlo, por supuesto, sino para conocer a cuánto ascendía su herencia. y cuál fue su sorpresa que una vez desenterrado y abierto el cofre, lo único que encontraron fue un trozo de papel que decía de su puño y letra:
Hijos míos, el auténtico amor no espera, se entrega generosamente sin esperar recompensas.
Mi única herencia es que aprendan a amar; hubiera deseado dejarles más, pero mi único legado es darles las gracias por lo que me dieron en vida.
Los cuatro hermanos al fin comprendieron que un buen padre puede dar la vida por sus hijos pero algunos hijos no le pueden entregar nada en vida a sus padres.
En profunda reflexión y con lágrimas en los ojos, le dieron finalmente una digna sepultura y uno de ellos, cuando arrojó el último puñado de tierra, le despidió diciendo: «Te prometo amar sin esperar, Amén».
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia
Líderes del Tercer Milenio
Tomo IX, pág. 3519

La naturaleza del ser humano
"Hasta la fecha es un misterio el descubrir por qué el ser humano es bondadoso, por qué un ser ayuda a otro, por qué algunos son capaces de despojarse aun de lo que le es indispensable para auxiliar a otros; por qué la gente se entrega a obras sociales, ecológicas, de ayuda a desahuciados, de rescatar niños, de recuperar jóvenes drogadictos, en fin. Nuestra realidad nos muestra una infinidad de obras que manifiestan la grandeza del espíritu humano y la única respuesta que encontramos igual de enigmática es que en el espíritu humano habita la bondad de Dios, no importando si quien la practica se declara ateo. Entonces nos volveríamos a plantear el mismo cuestionamiento ¿por qué el ser humano practica el bien?
Los líderes que han trascendido en beneficio de la humanidad, tanto en los sectores sociales como empresariales, científicos y filantrópicos, han sido movidos por un deseo ardiente de hacer el bien. Aristóteles calificaba este valor como absoluto y verdadero, principio universal que va incrustado en forma natural en todos los seres humanos. Es indiscutible que algunos en el transcurso de su existencia hayan perdido este don; las razones pueden ser múltiples: medio ambiente, influencias negativas, traumas personales, vivencias indebidamente asimiladas. Podría señalarse una sola, o tal vez sea la mezcla de todas o de otras no especificadas; lo real es que el delincuente, por depravado que sea, también fue niño y traía consigo la estrella de la bondad.
El valor que nos impulsa a trascender es el bien y los líderes constructores de la humanidad han sido todos ellos impulsados por éste, y su vida ha sido impresa para siempre en la historia universal."
Por Miguel Angel Cornejo


"Los soberbios se alimentan de los defectos de los demás para destacar, son unos auténticos fanáticos de ellos mismos, sus reglas morales no les permiten dimensionar su sadismo pues les produce una enorme felicidad los pecados de los demás, sepulcros blanqueados los llamaba Jesús de Nazareth, pues como animales carroñeros se degustan con los despojos de su prójimo.
La soberbia los envenena hasta dejarlos solos, son ellos mismos los únicos que se pueden acompañar, saben que su sabiduría es total, se han hecho dueños absolutos de la verdad, se saben infalibles y perfectos.
En cambio los ángeles son los guerreros de la luz, se les distingue por su compromiso, su tolerancia y paciencia, van irradiando esperanza, son el aliento que reanima al caído, tienen siempre su mano tendida para apoyar a quien lo necesita, se manejan al borde del fanatismo pues su pasión, que es su fuerza nuclear, los contiene para no caer en el dogmatismo y la aberración. Se aman a sí mismos a grado tal que saben perdonarse sinceramente sus faltas y equivocaciones, con lo cual logran interpretar y comprender auténticamente a los demás.
Los demonios de la moral van marginando a los que no cumplen sus códigos de conducta, en cambio los ángeles han rebasado las fronteras del debe ser y comprendiendo irradian su luz a través de la aceptación.
Son el bálsamo del dolor humano que sin condición alguna son capaces de amar sin reglas y no esperan que los demás se comporten según sus códigos, saben que es fácil odiar y que la auténtica grandeza se alcanza cuando se aprende a perdonar.
Los líderes que han trascendido para el bien de la humanidad fueron conscientes de que su labor era llevar luz donde antes imperaba la oscuridad, dar aliento ante la desesperanza, dar fortaleza en la debilidad, dar fe ante la adversidad, ofrecer alegría para combatir la tristeza. Su secreto es que decidieron vivir para hacer el bien y no se convirtieron en una luz más, sino en una antorcha que ardió apasionadamente por alcanzar su ideal.
Los líderes de Excelencia combaten el fanatismo que tanto daño ha hecho a la humanidad, están ciertos que a través de la comprensión se pueden derribar fronteras, religiones y nacionalidades a través del valor universal de la fraternidad."
De Secretos del Lider- Miguel Angel Cornejo.